YO TENÍA UN HUERTO EN HUERKARRAL

Lloré como una Magdalena en Memorias de África. No soy de pelis románticas, pero este film rebosa de escenas emocionalmente desgarradoras. La noticia del piñazo de Robert Redford con su avioneta mientras surcaba las planicies africanas estuvo a punto de lubricar mis lagrimales, sobre todo al ver a Maryl Streep tan tocada por su muerte. Pero donde más lloré fue al principio de la peli, cuando se oía la voz en off de Maryl sintiendo una pérdida irreparable: “ Yo tenía una granja en África”.

Perder una granja es cosa sería. Se pierde un espacio para producir alimento, un sumidero de C02, una barrera contra la desertificación, el trabajo de muchas personas, al margen de la pasta que tuvo que invertir la Streep en acondicionar esas tierras.

Cuando Vidal, agrourbanita del huerto urbano comunitario de Huerkarral, me mandó la foto de su huerto tras el paso de la borrasca Filomena, esa voz en off del celuloide acudió a mi mente revisitada por el fenómeno meteorológico que acabábamos de sufrir en Madrid: “ Yo tenía un huerto en Huerkarral”. Y pensé que en realidad habría muchas Maryl Streep en Madrid añorando que tenían un huerto en Lavapiés, en Vicálvaro, en Adelfas, en Vallecas, en San Blas..

Perder un huerto urbano comunitario es cosa seria. Se pierde un espacio para producir alimentos que pueden ayudar a personas sin recursos en escenarios distópicos como una pandemia; se pierden pulmones verdes y sumideros de C02 en ciudades que no apuestan por la movilidad sostenible; se pierden lugares que ayudan a crear tejido social y fomentan el procomún; se pierden espacios de biodiversidad tornando más gris la ciudad; incluso se pierden almacenes de herramientas rudimentarias y antiquísimas como picos y palas que podrían cederse a vecinos para ayudar a limpiar de nieve y hielo las calles de una ciudad ante un hipotético tsunami blanco que la paralizase.

En Madrid cerca de 80 huertos comunitarios parecen cementerios de verduras sepultados por un manto blanco que intenta congelar la vida en comunidad de la ciudad. Además otra tormenta más devastadora, la borrasca Almeida, ha comenzado a cerrar espacios vecinales como el Solar de Antonio Grilo y Eva Arganzuela.

Desde la Red de huertos queremos enviarle una voz en off a Maryl Streep para consolarla y comunicarle que vamos a continuar siendo un anticiclón ciudadano frente a todo tipo de borrascas que quieran paralizar la vida comunitaria en Madrid: “ Sigues teniendo un huerto en Huerkarral”.

Ya ha empezado a salir el sol.

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